Es urgente la creación de un Programa funcional de conservación de suelos.

La República Dominicana cuenta con suficiente terrenos llanos, para prohibir a los agricultores de zonas montañosas el cultivo de terrenos jaldeados o de laderas, que sobrepasen el 15% de inclinación. Es difícil para un Gobierno democrático aplicar esa medida, pero por lo menos se debe enseñar a los agricultores que viven en zonas montañosas, a cultivar esos terrenos utilizando los métodos de conservación de suelos. Los agricultores podrían cultivar eficientemente esos terrenos jaldeados, utilizando cultivos como el café tipo arábica. También en los de menor altura (por debajo de 800 msnm) podrían sembrar cacao y sus terrenos, tanto con el café como con el cacao, cada año que pase estaría con mayor fertilidad. Lo que se debe tener en cuenta es que las montañas deben estar cubiertas de árboles y arbustos, para que puedan cumplir con la finalidad de atraer las lluvias y almacenar toda el agua de las lluvias, para de esa forma mantener un flujo constante de agua hacia los ríos y cañadas, que logre mantener un buen caudal hasta las próximas lluvias.

Estamos de acuerdo con la ganaderías en las montañas, pero no estamos de acuerdo como se práctica en el país. Ganaderos improvisados (no tienen ningún conocimiento ni sobre ganadería ni sobre agricultura), le pegan fuego a una montaña sin medir el daño inmenso que le están produciendo a esos suelos jaldeados y a toda la ecología del lugar. En otro caso pagan a campesinos sin tierra para tumbar todos los árboles. En muchos casos que hemos podido observar, no les pagan nada y les permiten trabajar esas tierras durante 5 años y que al finalizar ese tiempo las tierras estén sembradas de pastos (por lo general yerba de guinea). Esto sencillamente es una barbaridad, lo observamos por primera vez en la década de 1960 en la cercanía de la ciudad de Santiago (específicamente ¨La Cuesta¨ de San José de Las Matas). En estos se puede verificar en varias comunidades montañosas de la Regional Norte y de la Regional Noroeste. Este sistema lo denominamos quizás impropiamente ¨Aparcería¨ y lo penoso del caso es que está resurgiendo con mucha fuerza, esta vez con campesinos sin tierras provenientes de nuestro vecino Haití.

Sin hacer juicio de valor de las autoridades que hemos tenido primero en el Departamento de Foresta y luego en el Ministerio de Medio Ambiente, una opinión muy personal es que ese Ministerio debe estar en manos de las Fuerzas Armadas. Simultáneamente aplicar los métodos educativos para concientizar a los agricultores y ¨ganaderos improvisados¨, a realizar tanto la agricultura como la ganadería acorde con la ecología local. También aplicar la fuerza en los casos que sea necesario sin ninguna contemplación. Esto es necesario señalarlo, porque muchos de los casos que hemos visto recientemente, las tierras pertenecen a personas de gran influencia política y por ese motivo nadie se atreve a denunciarlo.

Países de América Latina de alto nivel educativo, han logrado realizar agricultura de montañas con muchos éxitos en cuanto a calidad y buena productividad y con la salvedad que sus suelos inclinados no se erosionan ni se empobrecen. Podemos citar sin temor a equivocarnos que Costa Rica es un país muy montañoso (en ese aspecto se parece mucho a nuestro vecino Haití), durante 2 años que residimos en Turrialba (ciudad situada al Sureste de la capital, San José), de donde recorríamos todo el país en viajes de estudios e investigación, nunca se observó lomas deforestadas y terrenos empobrecidos por la erosión. A los 30 años de regresar de Costa Rica, tuve la oportunidad de hacer otro recorrido por toda la geografía de ese país centroamericano, la misma situación observada en el 1966-68, ninguna deforestación, ningún empobrecimiento de los suelos por la erosión o por prácticas agrícolas inapropiadas. ¿Qué era lo primero que se observaba cuando se visitaba a una familia rural de Costa Rica? 

¨Un caballete¨ o un ¨clinómetro¨( nivel tipo A), para ese agricultor de montanas, aplicar los métodos mas eficientes en controlar la erosión. Con cualquiera de esos sencillos aparatos, los agricultores costarricenses preparaban y preparan sus siembras siguiendo las curvas de nivel o en terrazas agrícolas, con lo cual evitan la erosión del terreno y además obligan a que el agua de lluvia, no se escape del suelo formando cañadas destructivas para ese suelo y logre mejor penetrar en el terreno y almacenarse para las épocas de sequías.

Esto precisamente es lo que el Director Regional de Agricultura Ing. Rafael Chávez, quiere que se aplique en todos los terrenos jaldeados de la Regional Norte, para evitar la erosión del suelo y su empobrecimiento. Se han efectuado charlas-demostraciones sobre control de la erosión en la zona de Baitoa, Santiago, como también en Palo Alto, Jacagua, en la zona de la Sierra (Pico Alto, Juncalito), como también en ¨El Limón¨, Villa González se tienen planificada varias actividades educativas sobre la conservación de los suelos y la aplicación de una rotación de cultivos bien orientada.

La persona que introdujo en el país ¨El caballete¨ fue el Dr. Robert Chenney, también colaboraron el Dr. Leon R. Smith y Fidel Ramírez, a principio de la década del 1960. Tuve la oportunidad de trabajar muy de cerca con estos prestigiosos científicos de la Universidad de Texas A&M (autores de varios libros) y tenían una gran preocupación por el deterioro de los suelos del país, producida por la erosión y por el uso inapropiados de rotaciones de cultivos negativas. La situación de los suelos del país sigue igual o peor que en esa época, con la diferencia de que ni nacionales ni extranjeros se preocupan por ese problema, que a nuestro humilde entender es grave.


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