El ciruelo, un cultivo para la zona sub-tropical del país.

El ciruelo es un frutal de clima templado originario del noroeste del continente asiático. Existen numerosas variedades de coloración rojiza y coloración amarilla, procedente de España, Japón, E. U., y otros países. El ciruelo es un arbusto en algunas variedades, en otras alcanza los 5- 6 metros de altura, es de gran rusticidad y belleza por lo que se utiliza con doble propósito, como árbol ornamental y a la vez productor de exquisitas frutas.

Posee un sistema radicular fuerte, de raíces alargadas pero de poca profundidad y de pocas ramificaciones. En los países de clima templado, ésta fruta debe cultivarse en terrenos de 700 msnm para abajo. En países tropicales como la Rep. Dominicana, con una latitud de 17 a 19 grados, hay que proporcionarle terrenos ubicados en altura de 1,500 msnm y 2,500 msnm, para poder ofrecerle temperaturas frescas, lo cual es necesario, para la obtención de flores y frutos. A diferencia de los cítricos, el ciruelo se puede desarrollar normalmente en terrenos arcillosos, compactos y húmedos, también en terrenos de poca profundidad y alcalinos.

En el valle de Constanza a 1,150 msnm, en el Centro Hortícola de la SEA, en los años de 1967-68 existían dos árboles de ciruelo, uno de frutas rojas y el otro de frutas amarillas. En la época de producción, ambos árboles se llenaban completamente de frutos, amarillos y rojos según la variedad de los árboles, de un aroma y sabor exquisitos.

El desarrollo y productividad del ciruelo en el valle de Constanza, según lo que observamos en esa época era muy buena, puedo asegurar que nunca había visto un árbol con tantas frutas y de tan buena calidad. Sin embargo en el valle de Constanza para plantaciones comerciales, no se obtiene el microclima que exige ésta planta, para mantener su durabilidad y productividad deseada. En una elevación mayor a los 1,500 msnm (zona sub-tropical para la Rep. Dom.) se consigue satisfacer la demanda de temperatura más baja, similar a la que se obtiene en dichas zonas sub-tropicales.

La comunidad de La Culata, distante a unos 10 kilómetros de la ciudad de Constanza al noreste y El Convento a 13 kilómetros al noroeste, presentan condiciones ideales para el desarrollo de plantaciones comerciales de éste frutal. Siguiendo la carretera Constanza-San José de Ocoa, después de pasar por El Convento toda esa zona está por encima de los 1,500 y 2,000 msnm, y ofrece un microclima ideal para éste frutal y para todos los frutales exóticos proveniente de zonas sub-tropicales del planeta.

La finca del Sr. Roselló en la comunidad de El Convento, actualmente tiene una plantación de ciruelos, la cual se desarrolla normalmente. Según comenta el Sr. Roselló, las ciruelas obtenidas son de muy buena calidad superior a las que se obtienen en Europa. Lo mismo se puede decir de las manzanas, los kakis, los kiwis y todas las frutas exóticas que allí se producen. Lo interesante del trabajo realizado por el Sr. Roselló es que él ha demostrado a los fruticultores y ha toda la población, que se pueden desarrollar proyectos de frutales exóticos comercialmente aceptable, sin afectar la ecología y a la conservación de los suelos de esa zona elevada del país. Construyó en esas montañas de más de 40% de inclinación (en la mayoría de los casos), terrazas agrícolas que son un ejemplo en cuanto a su elaboración y a la efectividad en evitar la erosión y el escape del agua de lluvia y del suelo.

Con esto se ha demostrado que tenemos en toda esa zona montañosa, el potencial de producir todos los frutales exóticos que demanda la población dominicana y la población de los países del Caribe insular. Un requisito que se debe tener en cuenta, es que las variedades de los diferentes frutales que se vayan a explotar, deben seleccionarse de países o zonas sub-tropicales. Podrían seleccionarse variedades de manzanas, kakis, melocotones, kiwis, ciruelos, etc de la zona de La Florida (E. U.) el norte de México ó de Taiwan, los cuales están situados en la zona sub-tropical de la latitud Norte.

También se podrían seleccionar variedades de estos frutales del norte de Chile y Argentina (zona sub-tropical de la latitud Sur). Otro requisito indispensable es que toda plantación que se realice en la zona, deben previamente construirse las terrazas agrícolas. Con éste método de conservación del suelo y a la vez sembrando árboles frutales, estamos verdaderamente protegiendo las cuencas de los ríos más importante del país, de una manera permanente.

Las terrazas agrícolas es un método costoso de conservación del suelo, pero a la vez permite cultivar terrenos jaldeados sin producir erosión y al mismo tiempo permite que el agua de lluvia se almacene en las montañas, para luego por gravedad fluir hacia los ríos y cañadas, incrementando su caudal de agua.

Las terrazas agrícolas aplicándole un buen mantenimiento, se conservan con efectividad por ciento y miles de años. En los países del lejano oriente (China, Japón, La India y otros países), existen terrazas muy antiguas para producir arroz, que todavía se utilizan con gran efectividad. Los japoneses en los últimos años, se han dedicado ha reconstruir algunas terrazas agrícolas, que por diversos motivos habían sido abandonadas por los agricultores arroceros.

La zona alta y específicamente la que nos estamos refiriendo, debe ser protegida y cuidada por la importancia que mencionamos, respecto al nacimiento de los principales ríos del país. Sin embargo consideramos, que una forma de conservarla sin que nadie les haga daños, es sembrando frutales (son árboles, con todas las ventajas que ofrecen estos a la foresta y a la ecología) y además implantando la metodología de conservación de suelo, más costosa pero a la vez más eficiente que son las terrazas agrícolas.

Debemos mencionar una vez más a Taiwán, país intensamente montañoso que ha logrado producir todo tipo de frutales en las montañas y en el llano, con lo cual satisface la demanda de sus 23 millones de habitantes y exporta a Japón, Europa y otros países del mundo. Taiwán solo posee 36,000 km2 y con una población que duplica la de Rep. Dominicana.